CUENTO SOBRE EL LIBRE ALBEDRÍO Y LAS ADICCIONES: EL «MONO»

Una vez conocí a una mujer que estaba deprimida y amargada con su vida.

Tenía dinero en la cuenta, pero cada vez menos porque acababa de perder su trabajo.

Sus relaciones estaban destrozadas por la ignorancia e irresponsabilidad de todos. Incluso de ella misma.

Su cuerpo había sido explotado y esclavizado tantas veces (en cierto modo, bajo su propio consentimiento inconsciente) que finalmente se abandonaba a todo, consintiendo aún más ese patrón.

Su cuerpo estaba enfermo y se veía limitado.

Inconsciente por completo.

La mala alimentación y la falta de autocuidados a nivel físico, mental, emocional y energético que duró años entrenó a un cuerpo preparado para saciar salvajemente sus impulsos a través de las adicciones.

En su caso, a través de la tarjeta de crédito.

Algunos están enganchados a la droga, otros a gastar, otros a las personas, otros a las nuevas tecnologías, otros enganchados a la comida, otros a la ropa, otros a entrometerse, otros a buscar líos…cada uno de nosotros tiene que aprender a controlar su droga.

Echar mano de todo eso, en cierto modo nos hace humanos.

Lo que nos hace perder el norte es el exceso a la hora de recurrir a eso.

Es, la dependencia, cuando el equilibrio está en la interdependencia.

 

Un día andando por el camino la mujer se desvió y acudió a un centro comercial, la marea de personas la arrastró cual cobaya de laboratorio.

Después de entrar a las salas de inyección de grasa para experimentación, manipulación y anulación como persona (lo que muchos conocen como restaurantes de comida rápida), atiborró su estómago, pero su alma seguía insaciablemente vacía…

 

Encontró en ese microsistema unas tres puertas.

Una estaba dentro del centro comercial. Otra en la entrada (o salida, según se mire) y otra en el camino que estaba siguiendo fuera del centro comercial.

 

Así es cómo se muestra el camino en realidad:

 

PUERTA DE LA VOLUNTAD  (FUERA DEL C. COMERCIAL)

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PUERTA DE LA CONSOLACIÓN  (ENTRADA SALIDA DEL C.C.)

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PUERTA DEL ABANDONO  (DENTRO DEL C. COMERCIAL)

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SITUACIÓN DE LAS PUERTAS:

No controlamos las situaciones porque no nos conocemos.

Muchos no desean conocerse, se guían por lo que aparenta ser bonito, pero no ven más allá.

A mayor sabiduría, mayor poder de autocontrol y mayor responsabilidad.

 

Así es cómo vemos las situaciones al no controlar nuestras adicciones:

PUERTA DE LA VOLUNTAD: Cerrada a conciencia. Difícil acceso. Sólo entran los que se lo trabajan. No hablo sólo de recompensas, hablo de acceso a sabiduría.

PUERTA DE LA CONSOLACIÓN: Entreabierta… ¿o entrecerrada? Según se mire. Dificultad de acceso media.

PUERTA DEL ABANDONO: Abierta de par en par. Fácil acceso. Todo el mundo entra. Cualquiera se cuela. Muchos no están dispuestos a asumir la incomodidad de la responsabilidad.

 

La mujer, desesperada, ante esa situación debía tomar una decisión.

Libre albedrío.

 

Tomó el camino «fácil» y difícil a la vez.

Su vida caótica, su familia y relaciones le complicaban la vida.

Porque ella también se la había complicado a ellos.

Sin saberlo, se cavaban mutuamente sus propias tumbas.

No tenía ya energía para tener fuerza de voluntad, no tenía mucho dinero pero para algo había trabajado.

Justificaba no tener los típicos vicios de la sociedad, como el tabaco, el alcohol…etc.

Pero sin darse cuenta, la mala gestión de su dinero derivado de su trabajo, que no respetaba, (no dedicaba más tiempo a sí misma y a sus seres queridos debido a él) también podía ser una peligrosa adicción que también estaba destrozando su vida.

Decidió volcarse en la comida, las compras compulsivas y el abuso de sustancias para el insomnio y la ansiedad con tal de aliviarse.

Y así, tener la única oportunidad de experimentar placer inmediato e intenso.

Comer, beber y consumir para llenar el vacío por impulso.

 

Entró por la PUERTA DEL ABANDONO Y LA DEJADEZ.

Tenía «mono» de comprar ropa que no necesitaba con dinero que había ganado esclavizada en un trabajo miserable y de inexistente calidad.

Todos la aplaudieron, todos menos unos pocos raros y locos amargados que no disfrutaban de la vida…

Al entrar, escuchó los gritos de un mono en lo más alto de un pedestal lleno de ropa que chillaba y gritaba.

El animal, empezó a tirarle ropa hasta que quedó enterrada en ella.

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Cuando se liberó de esa ropa, se ahogaba tanto que decidió tirarla, donarla a asociaciones o venderla.

Empezó vendiendo lo que estaba roto o no quería. Después se dio cuenta que a ella le caía ropa que otros no querían, y que estaba destrozada.

Otros no compraban su ropa usada y ella sentía que había perdido dinero, aún habiendo amortizado la ropa habiéndola usado.

Y se sintió tan mal que dejó de dar ropa destrozada.

Sintió su propio egoísmo.

Una masa de incontables monos pequeños también le había ido robando el dinero poco a poco.

Cada vez que sales, tienes el impulso de gastar, muchas cosas pequeñas suman una muy grande, un hábito muy típico de una persona pobre a nivel económico y a nivel de inteligencia financiera.

Lo que suele deberse a grandes carencias afectivas.

Muchas mujeres que fueron niñas, tal vez los únicos momentos que compartieron con sus madres fue yendo de compras todas o casi todas las semanas.

El resto del tiempo, ellas estarían trabajando.

Por eso muchas muchas de esas niñas que ahora son mujeres, tengan madres presentes o no, conflictos con ellas o no, fallecidas sus madres o no, suelen buscar a sus madres yendo de compras.

No buscan ropa, buscan el amor de madre, el amor de infancia.

En cuanto a la mujer, ahora no le quedaba nada para comer.

Eso sí, kilos y kilos de ropa.

Ropa que nadie deseaba intercambiar con ella, porque todos los que estaban dentro de esa puerta, eran igual que ella, y habían llegado a la misma situación que ella.

Ahora el vacío era mucho mayor, no parecía tener caducidad, pero su cuenta bancaria sí.

Había sido fácil entrar, pero muy difícil salir de allí.

¿Cómo iba a poder llenar su vacío ahora?

 

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Esto se puede extrapolar a cualquier género y edad.

Todos tenemos potencial para ser adictos, y potencial para dejar de serlo y dominarlo.

Por increíble que parezca, una masa mundial mayor a las terceras partes de la población mundial recurre a escoger esta puerta, tenga medios o no.

 

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Se vio obligada a, por esta vez entrar por la siguiente puerta.

 

La PUERTA DE LA VOLUNTAD, era demasiado cansada, no tenía fuerzas ni para abrirla.

Esta vez eligió la de en medio para negociar con los Dioses, y obtener un premio al 50% de consolación, para no sentirse tan culpable como cuando entró en la primera puerta.

Al entrar, vio a un mono que estaba sentado en un sillón de oro y que le tenía preparada un lote completo de ropa.

A mitad de camino, otro mono tenía una bandeja llena de comida rápida y de dulces atiborrados de azúcar.

Entró cautelosa.

Ningún mono chillaba, iba bien esta vez.

Cogió al menos la mitad de la ropa, aunque no la necesitaba, pero pesaba demasiado.

El mono había introducido bolas de plomo en cada prenda.

Una bola era la fabricación de ropa, las personas que intervenían en el proceso de llegada de ropa a las tiendas y que tenían unos trabajos miserables (algunos diseñadores, las personas que cosían, transportaban y vendían la ropa).

Otra bola era el gasto económico de ropa no necesaria, gasto económico de agua, la necesidad de espacio físico para guardarla y lavado de ropa.

Otra el secado, doblado y transporte de nuevo hasta su armario.

Las bolas ya pesaban mucho.

Pero siguió con la ropa.

Sus seres queridos y su consciencia seguían esperándola en el camino.

Apenas podía escuchar que la habían estado llamando y buscando, estaba cegada por su adicción. Como sucede a todos los adictos.

En cierto modo, todos o casi todos son dependientes a algo, pero muchos no saben a qué ni saben que lo son.

Necesitaba amor, y no ropa, pero se sintió abandonada y por eso trató de llenar así su vacío.

El mono de la ropa no le hizo nada, pero cuando se acercó a la puerta y estuvo a punto de salir sana y salva, el mono con la bandeja estampó la comida hirviendo en su estómago.

Y sintió un enorme pinchazo.

Su estómago ya no podía seguir tragando con la situación.

Enferma del estómago, necesitó guardar cama durante meses para curarse.

No necesitaba tanta ropa, qué iba a hacer con ella si ya no salía. Había comprado mucha ropa que ya no podría lucir para acabar agotada en la cama y no salir de casa…

Tal vez, si hubiera reservado más dinero, energía y tiempo, ahora podría salir más a menudo con sus seres queridos, ahorrarlo o compartirlo, aunque tuviera modelitos de ropa que repetir.

Creer que necesitaba no repetir tanto de ropa, cavó su propia tumba.

Vio que muchas veces las personas no necesitamos tanto para ser felices.

Desear poseer impulsivamente demasiadas cosas es mayor lastre que un estómago enfermo que ya no te deja comer ni gastar más…

Que ya es.

¿Cómo llenaba el vacío ahora?

Ahora ya sí era insoportable…

Por la fuerza la vida la empujó hacia la tercera puerta, pero luego la puerta no se abrió así como así.

LA PUERTA DE LA VOLUNTAD

Si hubiese escogido esta desde un principio, se habría ahorrado muchos problemas, pero necesitaba aprender y grabar a fuego en su alma esa lección de antaño que ya jamás olvidaría.

Agotada esperó durante meses y años, o eso le pareció.

Perdió la noción del tiempo.

Hasta oír una voz…

«Hacer lo que necesitas hacer, aprender lo que necesitas aprender a cada momento lleva tiempo, es muy difícil al principio, pero una vez te adentras no encontrarás mayor felicidad de otro modo.

 

¿Quieres entrar?»

«No tengo más remedio…estoy harta de esto. Y de todo…» dijo ella.

 

«Siempre tienes varias opciones de elegir, otra cosa es que te guste o no y sopeses o no que es lo que realmente valoras de cada decisión. Siempre pudiste elegir esta primero, pero te fue más cómoda (y violenta a la larga) la PUERTA DEL ABANDONO.  No tuviste más destino para llegar hasta aquí que pasar por allí. Como todos. Hasta que comprendiste que primero debías avanzar por obligación, y ahora ya puedes apreciar que hasta puedes tener en cierto modo, libre albedrío. Tienes más opciones, siempre están ahí, pero ya las conoces, las has aborrecido y por eso vienes aquí. Cosa que antes no hacías, seguías cayendo y cediendo ante tus tentaciones. Una vez sepas esto, cada vez te costará menos acceder a esta puerta ante cada situación de tu vida. Cada vez la irás encontrando más abierta hasta que quede de par en par, sin miedo y sin peligros. Más albedrío, pero más conciencia de responsabilidad, que por otra parte también has de saber manejar. Tendrás una puerta llena. Llena de…»

«¿De qué?» dijo ella…

«Ten la valentía de traspasar la puerta. No vale con empujarla ni hacerlo a la fuerza, necesitas desear de verdad entrar. Sólo así entrarás»

Tras muchos intentos intencionados que duraron meses (años o vidas para muchos) no consiguió entrar, ya no oía las voces de sus seres queridos. La vida la vida la había abandonado.

«No te canses más, ríndete, no hagas nada»

Se dirigió a la puerta con el corazón deseoso de ser mejor persona, sin intención de que la dejasen entrar. Sin miedo a golpearse con la puerta, dio un paso y la puerta desapareció como si fuese polvo.

Al otro lado le esperaba sus seres queridos, un trabajo de calidad (el que menos ella hubiese imaginado que acabaría haciendo), un cofre y una llave con la SALUD y el AMOR dentro…

Había una buena comida que le recordaba a su abuela.

Había estado hirviendo en una olla durante 7 horas.

Y sólamente cinco conjuntos de ropa muy bonita y práctica que aliviaría el calor en verano y el frío en invierno.

Cada conjunto, uno por cada estación del año: Otoño, invierno, primavera, verano y estío (esta última repartida entre las cuatro estaciones anteriores, conocida como «entretiempo»).

Y más atrás, la voz de su consciencia, un mono que había estado hablándole todo el tiempo.

Este mono estaba calmado sobre una cama, y la esperaba para que se tumbase.

El mono fue desapareciendo, desintegrándose.

Se había desintegrado poco a poco meses atrás, mientras pasaba de puerta en puerta.

Pero no se había dado cuenta porque la obsesión por el mono, le impedía ver más allá de sus posibilidades.

Más allá del potencial de cambio y trasnformación que se estaba sucediendo en ella.

Sus seres queridos (hasta los más raros y que ella había tachado de «amargados») estaban allí. Donde ella había sido consciente de que el mono ya no estaba porque no lo necesitaba.

Eran personas que se dominaban a sí mismas.

Se había acercado a la vibración elevada de amor, comprensión y gestión óptima del tiempo, energía y dinero.

Todos juntos se acurrucaron junto a ella en la gran cama.

Nadie necesitaba nada más que eso para poder salir otra vez al mundo con esa lección, y desde ahí a escoger el trabajo y los medios materiales que serían sustento de su dimensión física.

Unidos encontraron un techo, un hogar…

Porque sabéis que se puede tener casa, pero no un hogar. Y viceversa.

O se puede tener los dos.

O ninguno.

Ninguno de ellos jamás pasó hambre, ni sed, ni penurias, ni miserias, ni enfermedades, ni frío ni calor.

Lo tenían todo, además de a sí mismos y a su riqueza espiritual, tenían algo que movería el mundo y que haría que jamás les faltase de nada, material y no material, tenían…

AMOR

Había superado el «mono»…

Miró al Universo, lloró, pidió perdón, fue perdonada y dio las gracias.

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