Mirad esta imagen:
Refleja la historia de David y Goliat.
A lo largo del camino, un día me topé con un Maestro. En realidad fueron much@s.
Fue hace ocho años, cuando yo no sabía nada de espiritualidad, ni ningún tipo de terapia. Con la primera que me hizo intensificar mi escepticismo y buscar mi criterio propio.
Una, fue una Maestra en reiki. Me habló de los bloqueos energéticos y de la necesidad de expresarlos. Puso un ejemplo de sí misma, de un bloqueo que tuvo acerca de los peligros de otras personas cuando tratan de enviar mala intención. Sólo contó lo que sintió, pero no más. Insistió tanto que a muchos nos inspiró curiosidad.
Prudentemente, al final de la clase me acerqué a preguntar por si ella no deseaba contarlo en público, por si se hubiese sentido mal de haber yo preguntado. Para no hacerla sentir obligada a responder en público.
Cuando le pregunté qué era eso que tanto le había bloqueado, para ver si yo podía aprender de su experiencia y que a mí no me pasara, me sonrió forzadamente. Le volví a preguntar, sonrió aún más hasta dejar ver su hipocresía, enseñándome la única lección que aprendí en ese curso.
Me dijo: «No entiendes nada»
Desde entonces noté un muro en esa supuesta maestra cada vez que me acercaba. Evidentemente, no entendía que sin intención de hacer daño, me levantaran muros. En ese momento yo necesitaba comprensión, pero los demás necesitaban un trabajo a base de pico pala, pico pala para quitar la coraza que les tapaba hasta las cejas. ¿Algo pendiente por trabajar tal vez?
Tal vez yo no entendiera. Pero en comunicación hay dos partes, una ha de esforzarse por entender, y otra por saber buscar formas de explicar. Uno no puede enseñar lo que no sabe. Porque no lo sabe.
Sin ella saberlo, me enseñó lo que yo no debía hacer. Finalmente, de verdad aprendí a expresar los bloqueos, al ver a una persona que hablaba de eso pero no había sido capaz de superar el suyo. Lo más básico. Aprendí que es necesario mostrar lo que uno siente. ¿Cómo es posible que un maestro de Reiki hable de amor y confianza cuando recurre a la hipocresía y a la desconfianza? ¿Acaso no se supone que la intuición estaba desarrollada para discernir si yo era peligrosa o no?
Somos humanos, todos tenemos nuestras cosas. No estoy diciendo que alguien más avanzado no sienta rabia, odio, miedo, tristeza…Eso es parte de la condición humana, además de un mecanismo de supervivencia que busca ser trascendido. No hay maestro/alumno que no sea humano en la Tierra.
Lo que digo, es que no se debe ir fardando de algo que no se es, o no se ha superado. Ni siquiera los realmente avanzados necesitan alardear. Sencillamente, muestran. Y aceptan lo que les cuesta trabajar, aceptan ser humanos. Y ahí no pasa nada.
Uno puede ser maestro y seguir aprendiendo. Lo que no se debe es pretender irradiar maestría cuando ni se ha superado el primer nivel, en lo que sea.
Con el tiempo fui encontrando varios así.
Mi alma que yo sentía mayor y hasta cansada, bajo una apariencia de joven, apenas veintitantos me aportó en estas cuestiones más problemas que ventajas.
A día de hoy, sé que no fueron maestros luminosos con los que me topaba. Si lo hubiesen sido, habrían visto más allá de mi edad.
La desventaja de ser muy joven: los menos avanzados, independientemente de la edad que tengan, te tratan como si fueras tonto, como si no hubieses sacado aprendizaje de tus vivencias.
La ventaja: si observaba, escuchaba y permanecía callada, de nuevo observando, me podía servir como polizón, para ver hasta qué punto la gente era capaz de hacerme tratar como si fuera estúpida. Cuando yo abría la boca muchos callaban. Era capaz de ver quién era más avanzado y quién no. Sin querer, me veía infiltrada en cuestiones que muchos trataban deliberadamente sin respeto, por creer que yo no entendía cuando en realidad me estaba enterando de todo.
Como la misma gamba que meten seres queridos y familiares hablando de cosas que no proceden y del modo que no procede en el lecho de muerte. Cuando creen que el moribundo no se entera de nada y en realidad está escuchando todo.
De entrada, todos los que me juzgaban por mi edad y daban media vuelta, ya me acababan decir todo de sí mismos. No me interesaba perder el tiempo con aquellos que no deseaban dedicármelo a mí, sólo por creer que al ser yo joven, no sabía nada de nada.
Ciertamente, no sé nada, tal vez muy poco, pero personas de más edad que yo, por dentro están más perdidas que yo. Ese no es el problema, cada uno está donde está y ya está. Hay de todo. El problema viene cuando alguien de más edad, es tan inconsciente que cree saber más y dentro de su boca podría caber un elefante cuando trata con personas de las que no conoce absolutamente nada. A eso se le llama SOBERBIA.
Otra persona, me contó su historia. Hasta cierto punto hubo cosas similares de su vida entre ella y yo. Evidentemente esa persona duplicaba mi edad, y por lo tanto había tenido más tiempo…para equivocarse y aprender que yo. Aunque creo que no todos necesitan aprender siempre con cien bofetadas, a veces una basta.
Esa persona se quejaba de la soberbia que la rodeaba a nivel profesional, en temas de espiritualidad. Sin conocerme a fondo, ni estar en mi piel, ni conocer realmente mi historia, mi sufrimiento, mi trascendencia de una parte de mi sufrimiento, y mis aprendizajes, me dijo en tono despectivo:
«Si yo escribiera un libro de mi vida, te daría cien patadas a ti. No tienes ni idea de nada. Aún te falta sólo por llegar hasta donde yo estoy. Pero tú qué vas a saber…»
Maestro no sé si era, pero imbécil era un rato. Igual que todos los que me trataban como si fuera imbécil sin ni tan sólo escucharme, sólo viendo mi apariencia. En realidad se proyectaban.
Sólo por decir eso, y en cierto tono, ya se está mostrando un nivel bajo. Tal vez haya personas con elevados niveles de conocimiento. Y digo conocimiento y no sabiduría. Tal vez una persona muestre niveles elevados de conocimiento en uno o varios campos, pero si no sabe de RESPETO ni EMPATÍA, ni AMOR, por mucho que sepa del resto; para decepción del lector (o no) a mi entender se trata de una persona de bajo nivel evolutivo. Lecciones como el respeto, el amor y la empatía denotan un elevado nivel evolutivo, y un alto grado de sabiduría y comprensión y evolución.
Todo esto lo digo con todo el respeto a los imbéciles. Pues no es lo mismo ser imbécil que ser gilipollas. Sus motivos tendrán ambos para ser así, tener ese nivel o para comportarse así en un momento dado.
A ver, ahora ya en serio. Una cosa es no juzgar, pido disculpas por la confusión, y por mi juicio. Pero otra cosa es no poner límites a personas a las que no les da para más, ni emocionalmente ni mentalmente.
Y con todo el respeto del mundo a veces conviene alejarse, tras cierta convivencia.
Tal vez, muchos se olvidan de que aunque podamos trabajar en la Maestría de la vida, la muerte, la salud, la enfermedad, el Universo y/o cualquier disciplina, no dejamos de ser alumnos, compañeros de viaje.
Una cosa es mostrar o decir desde el respeto, que uno llega a niveles de comprensión más profundos que otros, y usarlos para contribuir al avance común.
Y otra muy diferente, alardear por la vida con soberbia de ser Maestros, que ni conocen sus propias luces ni oscuridades, aprovechando esto en beneficio de unos pocos o de sí mismos, en detrimento de una masa inconsciente. Más aún que ellos.
Desarrollar sólo la luz sin trabajar la oscuridad interior no es típico de un maestro, ni siquiera de un alumno de primer curso.
Hasta los mejores maestros conocen las dos partes. Precisamente los más preparados, conocen ambas partes. Deben.
Un Maestro nunca deja de ser alumno. Precisamente recordar lo que es ser alumno a diario, es lo que le hace ser un gran maestro.
Y sólo un gran maestro puede enseñar a otros.
El que es bueno lo muestra, no necesita decirlo, lo vibra continuamente. Pero cuando es necesario lo reconoce. Eso es HUMILDAD. No necesitar decirlo no es humillación, para confusión de muchos.
He visto personas buenas en su trabajo que cardan la lana y sencillamente hacen, y otros que viven de fama, que necesitan continuamente decir que son buenos, o dar a entender hábilmente que lo son. Los segundos se suelen sentir puestos en evidencia por los primeros, y en numerosas ocasiones he observado que no les gusta que los que sencillamente muestran su valía no lo digan. Como defensa les atacan alegando que les falta autoestima cuando en realidad son ellos mismos los que la están proyectando, al necesitar continuamente decir que son buenos en lo que hacen. Si de verdad hay un conflicto, lo expresas porque lo necesitas. Cuando el maestro no hace mella de insistencia de su valía, tal vez no tenga ningún conflicto con eso. Lo sabe, lo usa en beneficio y punto.
Una persona que continuamente dice que es buena en lo suyo, lo demuestre o no, está mostrando un duelo o bloqueo no superados de falta de autoestima. Y por eso necesita repetirlo. Pero no es que está repitiéndoselo a los demás, es que en el fondo se lo repite a sí mismo porque necesita creérselo, que aún no se lo cree. Una cosa es decirlo con naturalidad, saberlo. Y otra, no creérselo ni uno mismo.
Entre ellos dicen:
TERAPEUTA 1: Tienes que decir que eres bueno. Que la gente lo sepa.
TERAPEUTA 2: No siempre es necesario. Se debe decir cuando hace falta. Cuando no, no. YA ERES BUENO, TAL VEZ SI NECESITAS DECIRLO DEMASIADO, ES QUE NO LO CREES.
TERAPEUTA 1: No te subestimes. No te sientas mal. Tú no te quieres.
TERAPEUTA 2: No te subestimes tú. NO TE PROYECTES EN MÍ.
YA HAY DEMASIADAS FRASES HECHAS DENTRO DEL CAMPO DE LA ESPIRITUALIDAD, REPETIDAS COMO LOROS POR ALGUNOS PROFESIONALES Y POR MUCHOS QUE EMPIEZAN A DESCUBRIR UN MUNDO INFINITO DE LA EVOLUCIÓN EN TODAS SUS VERTIENTES, PERO SIN NINGUNA INTEGRACIÓN.
CUANDO ALGO ESTÁ INTEGRADO, BASTA CON SER, CON MOSTRAR, CON SENTIR, Y NO CON HABLAR O REPETIRLO A UNO MISMO O A TODO EL MUNDO CONTINUAMENTE. LA INTEGRACIÓN SE MUESTRA, NO SE ENSEÑA.
¿Hemos olvidado el cuento de la liebre y la tortuga?
La soberbia ciega demasiado, genera demasiada confianza, tanto que si uno se acomoda en ella, de repente se puede dar cuenta de que se puede pecar tanto por exceso como por defecto.
¿Recordáis la imagen de David y Goliat?
Cuando los demás creen en lo que dice y no lo que hace sin ver más allá, es cuando esa persona comienza a sacar la soberbia, el orgullo, a creer que realmente está haciendo algo y se confía.
Los accidentes se producen en los tramos más fáciles, donde más nos confiamos, no donde ponemos todos los sentidos. Y sí, hasta cierto punto mucha gente saldrá beneficiada como placebo. Comienza a crear un entorno de la nada que sube como la espuma de una olla, y que antes o después se desinfla cual misma espuma que baja cuando la sustancia carecía de base sólida. Los casos que se resuelvan como placebo y alivio a las sugestiones cuyo conflicto es de base mental, bienvenidos sean aquellos que encuentren curación y/o sanación. Pues, ¿qué más da el cómo? Mientras funcione…
Pero los casos más resistentes o graves no siempre podrán resolverse con un simple placebo, una simple charla, cambio de creencia o despertar que apacigüe la mente, y a través de ella la conciencia resuelva el conflicto que traía el alma. Habrá casos en que el origen del conflicto del alma sea de causa física, emocional, energética o de orden espiritual. Ahí las buenas intenciones o cierto nivel de conciencia no basta. Se necesitará de un verdadero MAESTRO QUE DOMINE y conozca no sólo el campo de la mente, sino el campo emocional, el campo físico, el campo energético, y si cabe, el espiritual, y con esas no deje de ser humano. Y que además sepa relacionar todo eso, algo que una máquina o un ser acomodado, automatizado y soberbio no puede hacer.
Un maestro inconsciente te enseña lo que no has de hacer, por pasiva. En la práctica saben hacer las cosas más oscuras a la perfección. Gran parte de las veces ni saben realmente lo que están haciendo, son almas perdidas. Y en cierto modo, no deja de ser un Maestro oscuro disfrazado de maestro luminoso.
Un Maestro/alumno que entrena su conciencia día a día, sencillamente muestra, por activa. No necesita demostrar nada, ni decir nada. En la práctica son capaces de los actos más luminosos, sin contradicción ninguna gran parte de las veces, pues entendamos que ellos también son humanos y yerran. Es un Maestro y alumno auténtico que enseña con el AMOR.
En el primer caso, esos maestros se cuentan por millones.
En el segundo y último, no es nada fácil encontrarlos.
Algo me dice de que cada vez habrá más. Todo depende de cómo lo haga los seres que pueblan la Tierra. Tenemos lo que pedimos. Los votantes eligen presidente.
Todos somos alumnos y maestros.
Alumno, escucha al maestro.
Maestro, escucha al alumno.
[…] SOBERBIA ESPIRITUAL: DE ALUMNO, A ALUMNO… […]