RETOMAMOS EL TEMA DEL EFECTO PLACEBO.
Cuando oigo y veo los insultos, el sarcasmo y la soberbia de unos profesionales a otros, veo que hablan de sí mismos. Me están diciendo lo que tienen dentro, ignorancia, vulgaridad, soberbia y mucha rabia. Hablan de su ignorancia, de su falta de tolerancia y respeto, hacia ellos mismos, hacia los demás y hacia el paciente. La formación y la inteligencia intelectual no siempre van de la mano de la inteligencia emocional y espiritual, tan necesaria en las profesiones relacionadas con la ayuda a las personas. Lo mismo puedo decir de gente con bata, como de gente con toga y maracas.
El respeto, también lo he visto. En gente con ropa blanca, y en gente que usa cuencos tibetanos. Al final son las personas. La profesionalidad y la sabiduría no necesitan demostrar nada bajo un uniforme. Pero para muchos, el uniforme es placebo suficiente.
Cuando leo algo o trato con alguien, me impregno de la persona y de lo que me está transmitiendo, lo que escribe, de su manera de decir las cosas. Veo cuando hay rabia que suelta puñales sin justificación. Cuando una persona juzga y critica a otra, significa que sólo contempla la posibilidad consciente o inconsciente de elegir fomentar proyectos destructivos. Yo por mi parte aprendí hace tiempo que aún cuando me moleste la forma de actuar de otros (igual que a otro le pueda molestar la mía), perder tiempo en insultar, criticar, alimentar una bola de odio se volvía en contra mía y de los demás.
Era una lástima perder un tiempo precioso que podía estar dedicando a trabajar y a mejorar en mi trabajo y en mi vida. Si alguien dedica mucho tiempo a juzgar o criticar lo que ignora o no ha probado ni superado, significa que no tiene mucho que ofrecer más que eso. No sabe aportar otra cosa o hacerlo con respeto. Refleja odio, destrucción ajena para enaltecer la propia, falta de superación, y mucha frustración. Algo insultante para todos aquellos que ven más allá de sus posibilidades.
Cuando oigo o leo a alguien que dedica su tiempo y energía a esparcir odio y a no dejar que las personas experimentemos nuestra propia vida, es cuando desconfío. Para mí una persona que insulta sin argumentos, que no sabe contemplar factores suficientes para comprender a los demás y que se limita a escupir navajazos lo último que me inspira es confianza, respeto o admiración. Se puede respetar sin hacer daño, aún cuando no se esté para nada de acuerdo.
Pensad, sentid, intuid, observad, estudiad, leed.
Se supone que los que nos metemos en esto por…
VOCACION
NOS IMPORTA UN PIMIENTO DE QUÉ MODO UNA PERSONA SE CURA Y RESUELVE SU PROBLEMA, MIENTRAS NO HAYA PERJUICIO. ESO SÍ, ESTÁ MUY BIEN SABER CÓMO FUNCIONA LA MENTE, LA SUBJETIVIDAD Y LA SUGESTIÓN HUMANAS.
Lo que de verdad nos motiva es el verdadero bienestar propio y el de los demás en todo momento. Porque personas sanas están felices y crearán una sociedad próspera.
Ahora bien, si la prioridad de un profesional no es exclusivamente esta cuando trabaja en su profesión, lo mejor es que se dedique a otra cosa o al menos no lo empeore. Ahora no hablamos de sueldos ni recompensas, hablamos de la esencia de la profesión. Y no esta, sino cualquiera.
Cuando alguien no busca el beneficio de todos, está generando una brecha en un ecosistema interconectado que nos afecta a todos.
TODOS.
Se le ha olvidado lo que de verdad importa.
Debo decir que cuando esto es así, y un profesional insulta a otro hay mucha, mucha rabia, y resentimiento. Porque ese paciente ha elegido a otro que no eres tú, a otro que no hace esas cosas tan chulas y super guays que has estudiado tú y que nadie más sabe porque eres el mejor…
La base de la guerra es un alma insatisfecha e incomprendida.
A todos los que criticáis, os envío todo mi amor, mi comprensión y paciencia.
La misma que otros tuvieron y tienen conmigo.
Es una fase que pasamos al principio.
Si sentís rabia porque queréis más dinero (estéis en la miseria o no) y no os llegan pacientes, porque no llegáis a fin de mes, o queréis llenar un cupo para iros de vacaciones o ser reconocidos, porque vuestros padres os maltrataron o por cualquier motivo que no me importa os aconsejo que os replanteéis vuestra profesión.
Que escuchéis a la vida, miréis dentro a ver qué es lo que se os está intentando decir. Ver qué es lo que genera insatisfacción y frustración y sigáis buscando eso que os hace vibrar. Dar un par de puñetazos a la almohada, chillar en un acantilado o golpear un colchón y maldecir de forma CONTROLADA ayuda a soltar la rabia y a no insultar o juzgar a diestro y siniestro a todo el que se cruza en tu camino.
Por todas partes hay gente que saca la rabia de forma DESCONTROLADA con personas que no tienen culpa por no haberse dedicado tiempo previo para hacerlo. Hay muertes por esto. Vidas en juego. He visto médicos que por creerse en lo más alto de la jerarquía, se han creído con razones suficientes como para comportarse con condescendencia y despotismo hacia los que al fin y al cabo, somos sus semejantes.
Si os dedicáis a hacer lo que os gusta, bien como profesión, o en su defecto en vuestros ratos libres (si no habéis podido dejar ese trabajo) os sentiréis más llenos y la rabia poco a poco cederá y la podréis dominar con más facilidad. Y no al revés.
¿De verdad creéis que insultandoos unos a otros, independientemente de la razón que tenga cada uno las personas van a acudir más o confiar más, o curarse más?
Yo creo que no…
¡YA BASTA!
¿Hasta cuándo peleando como niños en un patio de colegio?
Unos y otros.
¿Creéis que estas actitudes serán consentidas por mucho tiempo?
Por favor, se trata de vidas. ¿Qué precio tiene una vida?
No todos estamos dispuestos a seguir callando ante este Holocausto mundial enmascarado.
Este mundo no necesita más rabiosos incompetentes e ignorantes.
Como paciente y profesional, me sigo avergonzando de lo que veo y escucho. Pero también confío en la voluntad de las personas, pues yo fui reacia como la que más en un pasado y hubo personas que confiaron en mí y vieron quien yo realmente era y lo que podía dar de mí.
No dediqué años al aprendizaje de la vida, de la Salud y de todas sus influencias (todos los temas del mundo, conectan con ella) para terminar moviéndome por rabia. No me hice Enfermera para eso. Siempre supe que es necesario estar muy preparado para afrontar las duras pruebas. Descubrí que lo que me mueve y ha de moverme es el AMOR.
Este mundo necesita personas competentes, y sabias.
Si alguien se cura, qué más da si es a través de mi ayuda o la de otro, a través de mi trabajo o el de otro.
Si alguien tiene miedo de no conseguir dinero o trabajo es normal, pero he de decir que las personas de una sociedad sana están en mejores disposiciones de valorarlo, apreciarlo y dar remuneración acorde a su valía que una sociedad enferma que sólo querrá tragar y cagar dinero sin más aspiración y sin importarle nada más que sí mismo.
Recordad que si os coméis a alguien, el día de mañana puede venir un ser querido de esa persona a comeros a vosotros o a un ser querido vuestro. Y este cambio no ha de darse por miedo a repercusiones, sino por convicción moral, y ética de lo que implica la VOCACION (hacer lo que amas) o la DEVOCIÓN (amar lo que haces).
Y si una persona se cura haciendo el pino o la vertical, pues cojonudo, con perdón. Siempre podremos aprender nuevas formas de curación. ¡Además con espectáculo!
La voluntad verdadera no conoce límites.
Yo me hice Enfermera y profesional de terapias naturales por VOCACIÓN.
Si nos curamos, con placebos o sin ellos y no estamos incurriendo en ningún perjuicio para nosotros mismos, para el resto, para el ecosistema y la Naturaleza, ¿por qué no?
Tú decides lo que dejar a tu mente creer…